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jueves, abril 09, 2009

La nube musical


Diversos servicios se apoyan en Internet para permitir un nuevo consumo de la música

La música en sí misma es intangible. Se trata de sonidos producidos por diferentes instrumentos que llevan un ritmo y una melodía determinados. La industria musical, primero con el vinilo y más tarde con formatos como el CD y el DVD, había confinado este arte a un soporte. Pero gracias a Internet, la música vuelve a fluir, esta vez en forma de datos y hacia los ordenadores o los reproductores portátiles.


La nube que envuelve de música la Red

La idea de nube informática parte de que Internet se ha convertido en un ente casi omnipresente gracias a la proliferación de terminales móviles y ordenadores. Esta capacidad de conexión en cualquier lugar se une a la explosión de las aplicaciones web, que permiten trabajar y editar textos, imágenes o vídeos indistintamente en los sitios web o el ordenador, y ambos factores facilitan a los usuarios la utilización diversos programas sin necesidad de depender de una sola máquina, como antaño. La nube es una metáfora que representa la disolución de los límites entre la Red y el soporte a través del cual el usuario se conecta a ella. Ya no se sabe dónde termina el ordenador y dónde empieza Internet.



La música se ha adaptado a esta nueva realidad antes que los demás contenidos. Cualquier melómano dispone de la oportunidad de que su colección de canciones se pueda escuchar en cualquier aparato con conexión a la Red. Antes, el oyente se debía limitar a su propia máquina y a los discos de su estantería, y la única forma de transportar los temas para que los escucharan otros oyentes consistía en grabarlos en discos o casetes.



Ahora, ni siquiera es necesario que el melómano atesore en discos sus temas favoritos, ya que puede encontrarlos en numerosos servicios de la Red que han firmado acuerdos con las grandes firmas de la industria musical para poner su catálogo a disposición de los internautas en streaming. Así, ya es posible escuchar miles de álbumes con sólo hacer clic en un botón. También puede recomendar a otros usuarios, hacerles selecciones y recopilaciones que estos podrán escuchar también con un golpe de ratón.



Last.fm, que pretende cobrar tres euros mensuales por su utilización, ejemplifica bien esta tendencia, que se caracteriza por nuevas formas de compartir, consumir y descubrir música. Fue uno de los primeros servicios que demostró que era viable el streaming como forma de difusión de la música. Su funcionamiento se basa en predecir los gustos musicales de los oyentes a partir de la selección de un artista determinado. Para ello Last.fm emplea un sistema que ha denominado "Audioscrobbler", que analiza las preferencias de otros usuarios que han elegido los mismos grupos.



De este servicio ha surgido todo un ecosistema que provoca que, mediante los complementos adecuados, la información de la música escuchada en Last.fm se pueda mostrar en diversas aplicaciones, y lo mismo suceda en sentido contrario con el envío de lo que se oye desde otras aplicaciones a Last.fm. Así, se interrelaciona con Skype, con el cliente multiprotocolo de mensajería instantánea Pidgin, con el reproductor multimedia iTunes, con Twitter o con Facebook, por citar algunos ejemplos.



Por otra parte, también se pueden crear diferentes widgets que muestran los gustos musicales en redes sociales y blogs y se han diseñado aplicaciones que trasladan este servicio a los teléfonos móviles, como sucede en el caso de varios Nokia de Vodafone o con el iPhone, en los que se puede escuchar la música de Last.fm mediante conexión wifi.


Otros servicios de la nube musical


Existen numerosos servicios que permiten disfrutar de la nube musical. Por ejemplo, Pandora, que es similar a Last.fm y cuyo uso se restringe de momento a los usuarios estadounidenses. Blip.fm ha aplicado a la música la idea del microblogging que inauguró Twitter. Sus usuarios pueden subir canciones o utilizar las que ya están cargadas para escribir pequeñas actualizaciones que sirven para presentar la canción y que avisan a sus contactos de la nueva elección.

Este servicio se interrelaciona con el propio Twitter y con otras redes sociales como Facebook. En un primer momento, Blip.fm albergaba en sus servidores las canciones remitidas por los usuarios, pero para evitar problemas legales en estos momentos les obliga a cargarlas a un tercer servidor, desde el que las enlazan. En ese sentido funciona de manera similar a Radio.blog.club, pero aplica toda la flexibilidad del microblogging y además ayuda a descubrir nuevos artistas a partir de las recomendaciones.


La música de la nube no se graba en disco

Desde el punto de vista del usuario, uno de los grandes inconvenientes de esta tendencia radica en que la música no se puede grabar en un soporte físico o pasar a un reproductor portátil como el iPod. Se necesita una conexión a Internet y las canciones han de escucharse en streaming, es decir, mientras se descargan, pero no se almacenan en el ordenador. En este sentido, la nube beneficia a la industria musical porque la música se utiliza como vehículo promocional que el oyente disfruta pero no posee, de forma que no colisiona con su negocio principal de vender discos o descargas.


Sin embargo, dada la elevada disponibilidad de temas y la ubicuidad cada vez mayor de la Red, el problema de la acumulación de canciones se antoja una entelequia, ya que no tiene sentido guardar algo que otro puede almacenar con mucha mayor capacidad y que ofrece al internauta de forma totalmente gratuita. Por ejemplo, no se puede guardar una canción en un iPhone, pero sí se la puede escuchar tantas veces como se quiera siempre que se posea conexión a Internet.



Así, el factor limitador ya no es el poder adquisitivo o la capacidad de almacenaje de los discos duros, sino la conectividad de cada individuo. En este sentido están trabajando diversas operadoras y fabricantes de móviles, como Nokia, ya que proponen estrategias de servicio basadas en el pago de tarifas planas por el acceso a la nube musical, no por la descarga de archivos.


Compartir las listas de reproducción


Spotify es la última sensación dentro de las aplicaciones que componen la nube musical. A través de un programa que se instala en el ordenador (tanto en Windows, Mac OS X o Linux por Wine), cada usuario accede a la carta a gran parte del catálogo de las grandes multinacionales y sin ningún coste porque a cambio escucha cuñas publicitarias.



La música se reproduce desde los servidores de la empresa, por lo que se puede oír en cualquier PC con conexión a Internet. Uno de los puntos fuertes de esta aplicación consiste en la facilidad con que se pueden crear y compartir listas de reproducción. Simplemente se debe arrastrar la canción deseada a la parte izquierda de la pantalla hasta la lista en cuestión.



Después se pueden reordenar al gusto de cada persona y compartir con otros usuarios a través de correo electrónico o mensajería instantánea, porque Spotify provee de un enlace HTML y de uno específico del programa. Cuando se reciben, un simple clic en ellas logra que la reproducción comience. Estas listas se mantienen asociadas con la cuenta del usuario, de manera que aunque se inicie la sesión en un ordenador distinto se presentarán las mismas listas de temas.


Sitios web dedicados a Spotify

En este innovador programa, las listas se pueden elaborar junto a otros usuarios y han surgido diversos servicios web que se dedican a compartirlas, sin solicitar que el usuario se suscriba en dichos sitios. Por ejemplo, Listply reúne más de 700 distintas, con posibilidad de comentarlas, y ShareMyPlaylists casi 400. Spotylist opta por ordenarlas al estilo de Menéame y los usuarios votan sus preferidas. Además, las estructura según diversos tipos, como canciones de fiesta o amor.



Otros servicios exigen que el usuario se registre, como en Spotyshare, que como bazas integra la posibilidad de escuchar en Spotify listas populares y tradicionales como la de Billboard, la de la revista Rolling Stone o las 40 canciones más oídas en países como España, Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña. También clasifica las listas remitidas por sus usuarios. Por otro lado, Mixifier permite intercambiarlas dentro de Facebook a través de un sistema donde cada persona les pone un nombre concreto y toman la apariencia de una antigua cinta de casete.



Al mismo tiempo, los usuarios de Spotify han creado integraciones con otros servicios de la nube musical. Por ejemplo, un buscador que detecta todos los nuevos álbumes de artistas en Spotify que coincidan con los 50 preferidos en Last.fm, y otro, de nombre Spotwitfy, que rastrea entre las listas de reproducción que se han compartido por Twitter.



Sitios donde crear listas de reproducción


Multitud de servicios web sirven para crear listas de reproducción con música que se escucha a través de un servidor, como en los casos de MySpace, Imeem, Deezer, Lala o Yes.fm. Sin embargo, ofrecen menos posibilidades que otros como Grooveshark, que permite subir carpetas de canciones a sus servidores para posteriormente realizar listas de reproducción. También resulta útil la creación de widgets para redes sociales o sitios web.



FavTape incide en la idea de crear listas de reproducción que se parecen a las antiguas cintas de casete y ofrece un buscador para encontrar composiciones. Además, incorpora con facilidad las canciones que se hayan marcado como favoritas en Last.fm para crear listas de reproducción automáticas, y sugiere a los artistas más relevantes de diferentes géneros.




En la Web también se pueden encontrar servicios de listas de reproducción que obtienen sus archivos a partir de los MP3 que la pueblan y del sonido de los vídeos de YouTube. MixTurtle es un ejemplo. Por su parte, 8tracks apuesta por las canciones que carguen los usuarios desde sus ordenadores, que ejercen al mismo tiempo de pinchadiscos y seleccionan un mínimo de ocho temas por sesión de mezclas.



Pero existen otros servicios más específicos enfocados a compartir la música en una dirección web determinada, como Playlist.io, que se integra en Drop.io, y que facilita un espacio de 102 Megabytes para subir archivos. El usuario elige el nombre de la dirección web, que será accesible públicamente a menos que establezca una contraseña, puede ordenar las canciones e invitar a otras personas para que las escuchen o colaboren en la confección de la lista.


La nube generada por el propio usuario

El usuario no depende sólo de servicios de empresas si desea escuchar música en la nube. Se puede realizar una transmisión por medios propios que luego se disfruta en otros aparatos o se envía a los amigos. Un ejemplo de esta posibilidad se encuentra en Simplify Media. Se trata de un software que envía por Internet en streaming la música del ordenador hacia otro PC, el iPhone o el iPod Touch, un reproductor de música comprimida que incorpora conexión inalámbrica wifi. Se pueden señalar hasta 30 personas con las que compartir la música.



La versión para los aparatos de Apple tiene un coste de 3,99 dólares (unos 3,10 euros) mientras que las que se instalan en el ordenador (en cualquiera de los sistemas operativos más populares) son gratuitas. Para que se produzca la transmisión resulta necesario que el ordenador de origen esté encendido. Otra opción similar es Winamp Remote, que además facilita la interconexión con las consolas de videojuegos de última generación (la Nintendo Wii, la PlayStation 3 o la Xbox 360).





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